martes, 8 de abril de 2014

Hombre de radio.

Desde niño, siempre he estado pegado a una radio.  Para escuchar la actualidad, para escuchar música, para transportarme a otro lugar del mundo, para escuchar mis deportes.  Ahí siempre está, cuando la necesito.

Recuerdo que las primeras emisoras que escuchaba, eran Radio Santa Fe, Radio Deportes y Antena 2.  Solía escuchar más la primera, pues era la fuente de información primaria en la casa.  Las otras dos, fuertes competidoras en el periodismo radial deportivo en los noventa, solía escucharlas cuando se corría la Vuelta a Colombia -patrocinada con fuerza por Radio Deportes- o el Clásico RCN -patrocinada por el Grupo Ardila Lülle y su conglomerado mediático-.

Mi familia se trasteó al pueblo por un tiempo, el cual fue una pausa radial activa, pues no recuerdo haber escuchado demasiada radio.  Cuando regresamos a Las Mercedes, volví a escuchar radio, debido a la lejanía respecto al centro y la falta de planes en ciertos momentos.  Ahí, abandoné Radio Santa Fe y las frecuencias básicas de RCN y Caracol se convirtieron en mis nuevas compañeras.

Otra vez regresamos al pueblo, para quedarnos definitivamente.  Pero mi costumbre radial, no se acabó, antes siguió floreciendo.  Descubrí la existencia de la FM.  Algunos años antes, en un viaje a Girardot, conocí la predecesora de Amor Stereo, Cerros Stereo.    Conocí algunas emisoras de carácter regional como Toca Stereo o Cristalina.  Pero lo mejor, como todavía para esas épocas era niño, ¡era que conocí y escuchaba frecuentemente Colorín Colorradio!

Crecía y mi gusto radial, maduraba a su vez.  Conocí emisoras como Radioacktiva y Oxígeno, antes de convertirse en una emisora perversa para mi oído.  Solía escuchar, y en especial cuando mi papá descansaba frecuentemente en casa, Melodía Stereo.  Me fui a Girardot y la FM se volvía compañera inseparable, con Amor Stereo acompañando muchas noches cálidas en esa etapa.

En Bogotá, descubrí emisoras como La W, La X, Vibra, y muchas otras buenas emisoras que abundan en el espacio de la frecuencia modulada sabanera.  Suelo escuchar La W cuando corresponde la programación musical, no soporto mucho a Julio Sánchez Cristo.  La X, la escucho cuando viajo a Bogotá y quiero saciar mi necesidad de música con buen ritmo.  Vibra es buena opción cuando me aburro allá.  Además, cuando hay necesidad de información, voy a las versiones FM de las frecuencias básicas de RCN y Caracol, quienes hicieron muy bien ese movimiento pensando en sus oyentes y en aquellos que no poseen la amplitud modulada a la mano.

Muchas otras emisoras conocí en mis viajes, sintonizándolas por necesidad al no poder lograr lo mismo con mis emisoras favoritas.

Ahora, en esta meseta, mis emisoras favoritas son La W, las frecuencias básicas de RCN y Caracol y Antena 2.

Me acostumbré a dormir bajo el arrullo de las ondas hertzianas y despertar junto a ellas, para luego escuchar lo que sucede mientras me arreglo para salir a donde deba salir.

Aún con el auge de los medios virtuales, la radio no desaparecerá, evolucionará para adaptarse a ellos y a las necesidades de una sociedad ávida por satisfacer sus gustos auditivos.  Desde las noticias más serias hasta las más frescas del entretenimiento, desde la música más suave que proviene de una guitarra clásica hasta el ritmo fuerte y ensordecedor de una batería, desde un récord regional hasta la medalla de oro más difícil de lograr.  Confieso que cuando no puedo portar un receptor, y quiero escuchar un partido de fútbol, ingreso a la interfaz virtual de mi emisora predilecta.

¡Cómo olvidar a la radio educativa!  ¡Cómo olvidar a la gran Radio Sutatenza!  Por ella, muchas personas superaron la brecha intelectual básica que los mantuvo en el ostracismo por muchos años.  Hasta la Radio Nacional de Colombia hizo su tarea por la educación nacional.

Nunca abandonaré la radio, por más televisión e Internet que abunden.  Siempre será mi compañía, tanto en los cálidos días, como en las noches llenas de penumbras.  Tanto en el calor como en el frío, estará cerca de mí.  Y será un sano gusto que transmitiré a mis futuras generaciones.

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